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El Retorno a la Medicina Científica.

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EDITORIAL

El retorno a la medicina científica.

Existe un dicho de Helmut Kohl que reza así: “Un pueblo que no conoce su historia no puede comprender el presente, ni construir el futuro”. Esta frase la utilizo como preámbulo para el editorial de este número, en el cual hablaremos un poco sobre como el quehacer científico abandono a la medicina salvadoreña o viceversa.

Este fenómeno de distanciamiento con la ciencia está íntimamente ligado con el sufrimiento por la represión estatal y la guerra civil, iniciada por la violencia estructural dominante en el país, que aun en nombre de la seguridad nacional destruyo mucha infraestructura, incluyendo a la única Universidad Pública del país, la Universidad de El Salvador. La destrucción de la infraestructura termino con una gran y bella biblioteca, y sus laboratorios de investigación básica y fundamental. Obligo a llevar la academia al exilio del campus. Esto con respecto a la infraestructura, pero también hubo un gran impacto a nivel del recurso humano, la consecuente pérdida de una masa crítica que la UES había construido de doctores de postgrado, PhD, con mucho esfuerzo, inversión y paciencia, que de un momento a otro se vio con la necesidad de emigrar o sobrevivir dando clases en las nacientes universidades privadas que surgieron en pequeñas infraestructuras para cubrir solo la formación académica y poder laborar. Durante la guerra, solo la sobrevivencia prevaleció y aun en su regreso al campus de la UES, lo que prevaleció fue la investigación social y política, critica de lo que estaba ocurriendo como cataclismo social. Ya en la postguerra, nos encontramos con plantas docentes dedicadas a “enseñar”, casi ninguno bilingüe, sin acceso a bases de datos de literatura científica, lidiando solo con libros de texto traducidos al español, y por lo tanto, desactualizados del momento científico vigente. Las universidades fueron mejorando su capacidad según las exigencias del MINED, pero sin actualizar el área de investigación como se debe, en el sentido de avanzar las ciencias que imparten, sino más bien como mediciones estadísticas de su ambiente para cubrir el ítem evaluado por los pares evaluadores. No se crea como carrera profesional para el investigador universitario y el calificarse como PhD no tiene ningún aliciente, ya que no solo no mejora como profesional y su salario, sino que también se enfrenta a una frustración de no tener donde ejercer lo que aprendió, desarrollarlo, y no ser valorado por su capacidad, promoviendo nuevamente la emigración. No hay nada que los retenga en el país. Es así que nos encontramos habiendo culminado la primera década del siglo XXI, sin poder reconstruir nuestro camino de regreso a las actividades científicas, mientras en el resto del mundo, aun en nuestros vecinos no tan desarrollados como nosotros, la medicina ha regresado a sus raíces científicas, ejerciendo el paradigma de toma de decisiones basadas en la evidencia por ser “una ciencia de probabilidades y el arte de manejar las incertidumbres”.

Durante todo este acontecer, otra víctima no mencionada fue la Revista Archivos del Colegio Médico, revista que fue de alto prestigio y estuvo indexada en Medline por más de 30 años y dejaba de publicarse.


 

El modelo Flexneriano que adopto la Universidad, su acomodamiento a las limitaciones dejadas por el maltrato de la guerra, la entrada masiva de los años 70, genero un ambiente de poca ciencia, de aprendizaje de memoria, de muerte u apocamiento a la curiosidad que lleva a los estudiantes a solo aprender a “sacar el trabajo” lo mejor posible, aun si esto significa aprender viendo y no aprender apoyado en la teoría científica. Olvidándose de utilizar la ciencia producida fuera de sus fronteras, y no produciendo mayor cosa al interior de dichas fronteras.

La producción científica medica salvadoreña cayo a su más mínima expresión y las universidades, que ahora se han reproducido muchas privadas, no introducen la metodología de investigación clínica y epidemiológica como parte de la curricula medica. El médico se gradúa sin el conocimiento necesario para avanzar su ciencia, y tampoco de utilizar los resultados de las investigaciones producidas en el extranjero. Se llena y rodea con dogmas nacidas de la experiencia laboral.

El Colegio Médico de El Salvador, teniendo como parte de sus estatutos la misión de promover el avance científico entre sus asociados, ha encontrado que uno de los mecanismos de la realización de dicha meta y que puede contribuir al despertar de la inquietud del quehacer científico, es la recuperación y mantenimiento de la Revista Archivos del Colegio Medico como un medio de diseminación de la buena ciencia producida en nuestro medio, lo cual va de la mano con la promoción de la lectura científica y de reconocer lo nuestro. Lo nuestro, con calidad científica internacional, lo que se exige para poder posicionar la revista dentro del espectro de literatura científica mundial, cumpliendo las Buenas prácticas para Revistas Académicas de acceso abierto.

Es un reto el que enfrentamos, de cambio del modus operandis actual y del “acomodo” universitario, pero además de ser un reto, es una deuda que no podemos ir retrasando mas el inicio de su reparación. Hacer investigación es un deber ser de los médicos hacia su ciencia, y hacerla bien, científica y éticamente, es un deber hacia la población salvadoreña.

Deseándole un futuro seguro y fructífero a la Revista Archivos del Colegio Médico, termino mi periodo esperanzada en mi gremio.